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23 octubre, 2014

Vigencia del artiguismo en la construcción de nuestra identidad regional

Inauguración del Instituto Federal de estudios e investigación “José Artigas”Paraná – Octubre 23 de 2014

En algún momento Artigas volverá a cabalgar por la heredad iberoamericana, libertando pueblos indios, volviendo a hablar el español, el portugués y el guaraní, las lenguas de nuestro pasado y nuestro futuro.

El futuro ha vuelto a estar en nuestras manos (J.F.B.)

I- INTRODUCCIÓN

Referencia histórica de creación de los Institutos

Momento histórico de recreación de nuevas formas de acercarse a la historia (nuevas conformaciones: Mercosur/Unasur. Nueva concepción de América Latina en el mundo globalizado).

Necesidad de la búsqueda de nuevos modelos historiográficos ante las carencias para dar respuestas de la Historia liberal, la Nueva Escuela (nacida hacia 1916 con el advenimiento del Yrigoyenismo, con Emilio Ravignani y Ricardo Levene como máximos exponentes), el Revisionismo histórico de origen Rosista y la Escuela de la Historia Social.


II- HISTORIA Y POLÍTICA.

Necesidad de revitalizar este encuentro.

Las falsas opciones del historiador “despolitizado”


III- LA PERSPECTIVA DE UNA NUEVA VISIÓN HISTÓRICA A PARTIR DE LA GESTA ARTIGUISTA.

El Federalismo como expresión de una nueva visión histórica.

La historia regional como expresión del pensamiento federal.

El respeto por la soberanía popular y el “gobierno inmediato de las gentes” en la perspectiva del siglo XXI (acción de medios de comunicación como expresión distorsionada de la voluntad “general”).

La integración de las capas étnicas y sociales marginales.

Respeto por la libertad civil y religiosa, a los que debemos agregar, el respeto a las diferencias.

Sentido altamente proteccionista de los frutos y productos del país, que va de la mano de la necesaria industrialización de los mismos.

ANALISIS DE LA CORRIENTE DE LA HISTORIA SOCIAL

Nacimiento con la Revolución Libertadora. Siendo Ministro Atilio Dell´Oro Maini (Asociación Nacional del Trabajo) (1955/1956)

Máximos exponentes: José Luis Romero: Interventor de la Universidad de Buenos Aires (1955/1956). Tulio Halperín Donghi: Decano de la Facultad de Filosofía y Letras y Recotr de la UNL (1957). Luis Alberto Romero

Orientación general: Socialdemócrata

Influencia: escuela de los “Anales de historia económica y social” iniciada en Francia en 1929 por Marc Bloch y Lucién Febvre, con aportes de Fernand Braudel. Incorporación a la investigación histórica de otras disciplinas como la geografía, la demografía, la estadística, la economía, para alcanzar una comprensión más completa y rica del fenómeno histórico.

Bajo la intervención de Romero aparece el Instituto de Sociología a cargo de Gino Germani y la cátedra de Historia Social General (1956).

Incorpora análisis, enriquece la información, pero respeta en lo esencial el viejo relato en cuanto legitimación de la oligarquía y descalificación de los hombres y procesos que expresan las masas populares (exaltación de Mitre, desdén a Felipe Varela o Chacho, rescate de Sarmiento).

Halperín en sus Ensayos de Historiografía (1996) señala que la nueva corriente debe ilustrar y enriquecer, pero no poner en crisis con sus aportes a la línea tradicional, pues el país debe enriquecer pero también reivindicar la tradición político-ideológica legada por el siglo XIX.

HISTORIA Y POLÍTICA

José Carlos Chiaramonte y su descalificación de las visiones revisionistas de la historia:

Síndrome Copernicano (ambición de alcanzar la gloria de demostrar que el Sol no gira alrededor de la Tierra, sino al revés): las visiones revisionistas utilizan un mecanismo retórico de “invención” de una visión dominante de la historiografía (cliché: “historia oficial”), para legitimar un objetivo ideológico: la impugnación del liberalismo y democratismo de la organización política del país (particularmente a partir de la crisis del modelo liberal de 1930). Asegura que esta visión fuerza la imagen de la realidad anterior para hacerla más propicia a nuestra crítica y legitimar las nuevas visiones.

Asegura que las primeras versiones del revisionismo reflejaban el influjo de las corrientes de derecha europeas (maurrasismo francés y fascismo italiano), en tanto las nuevas corrientes de izquierda, en su mayor parte populistas, se amparaban en maleables esquemas de reinterpretación del pasado.

Ambas despreciaban los requisitos de la investigación histórica y manipulaban los datos históricos justificándose en la santidad de la causa que las anidaba.

Señala que la reacción frente a la posible deformación de la historiografía original argentina podía tomar dos caminos: a) someter la revisión de los errores a las normas de la investigación histórica, como ocurre en los centros de investigación de diversas universidades. b) construir una imagen alternativa del pasado, guiado por un propósito político, el de atacar a la elite en el poder impugnando la visión del pasado de la que ella era portadora.

Dice: “En consonancia con esta alternativa y en la medida en que una versión de la historia programada para satisfacer objetivos políticos no soportaría someterse a las normas de la investigación histórica, el resultado de estas iniciativas es eludirla en trabajos que, aunque puedan ofrecerse como trabajos de investigación, por el mismo objetivo político que los genera resultan textos de divulgación de imágenes del pasado construidas para satisfacer esos objetivos” (“Usos políticos de la historia” pág. 235).

Pareciera que Chiaramonte diferencia historia y política como si fueses dos realidades diferentes: una es humana (la política) la otra es científica (la historia). Como conclusión para él la historia sería una sola y la política puede brindar varias alternativas.

La historia y la política siempre fueron de la mano.

En la década del 30, la militancia radical y la de corte nacionalista hacían de la historia el eje de sus disputas políticas y sus combates callejeros. Quienes desvaloraban estas disputas eran los partidos de izquierda, anclados en su visión europeizante. Su desinterés por la historia nacional explica su ausencia de arraigo en las clases populares.

Del seno de esa mirada radical, en sus versiones mas críticas, habrá de nacer el revisionismo de tinte popular, al que ahora, despectivamente se señala como “populismo”.

Con el peronismo, es posible que se haya producido un distanciamiento con la historia crítica, seguramente a causa de la multiplicidad de las tradiciones o influencias ideológicas que lo constituyen: el radicalismo, el nacionalismo, el conservadorismo y la nueva izquierda.

La visión que predominaba en este período sobre la historia era una constante apelación al patriotismo sanmartiniano.

Luego del golpe del 55 fue necesario, para la militancia popular, el recurrir a la historia para crear elementos aglutinadores de la resistencia al despojo del que habían sido objeto. De allí que la línea San Martín-Rosas-Perón, fuera el guión que se opuso a la línea Mayo-Caseros, levantada por la Revolución Libertadora.

A fines de los ´50 y comienzo de los ´60 se comenzaron a imponer nuevas visiones con los nuevos revisionistas: Jauretche, José María Rosa, Chávez, Orsi, Ramos, Puiggrós, Astesano, Ortega Peña, Eduardo Luis Duhalde, Luis Alberto Murray, Salvador Ferla, Galasso, Vivián Trías, Methol Ferré, entre otros, van dando cimiento a nuevas formas de análisis histórico.

La ostensible nacionalización de las clases medias, hacia fines de los ´60 es el fenómeno manifiesto de la presencia de estas nuevas orientaciones en historiografía.

El manto de silencio y terror que impuso el ´76, si bien logró acallar el debate público sobre nuestra procedencia histórica, e impuso valores deleznables en el contexto social (el neoliberalismo con su carga de individualismo, egocentrismo, narcisismo), no logró acallar al “topo” de la historia que siguió transitando por subterráneas venas populares y que hoy día aparece con nuevas perspectivas.

NUEVAS CORRIENTES HISTORIOGRÁFICAS

Historiadores provinciales: Siglo XX Benigno Martínez (E. Ríos), Manuel Cervera (Santa Fe), Hernán F. Gómez (Corrientes).

Los historiadores provinciales y la visión liberal.

Corriente histórica federal/provinciana con una perspectiva latinoamericana que toma como eje de análisis el interés de los sectores populares.

Artiguismo como eje iniciador de esta corriente.

El hilo conductor del Artiguismo bien pueden ser las ideas que Artigas expresó en sus proyectos constitucionales.

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