Por Julio César Rondina. Presidente del Instituto Artiguista de Santa Fe
“Debemos formarnos conciencia de mundo y trabajar en la dirección de ella; pero nunca trabajaremos más para el mundo, que cuando pugnemos por asegurar la autenticidad de nuestra pequeña comarca. Lo universal riñe con lo cosmopolita; cuanto más de su país y de su época sea un hombre, es más de los países y de las épocas todas. Al principio era la comarca. El mundo vino por añadidura”
EDUARDO J. COUTURE. “La comarca y el mundo”
Hace pocos días nos ha dejado el Dr. Ricardo Kaufmann, quien fuera Vicepresidente del Instituto Artiguista desde su fundación, allá por el 2011.
Nada mejor que estas frases del magnífico jurista uruguayo, Eduardo J. Couture, para retratarlo. Amante esencial de su pequeña comarca, se adentró en la noche de los tiempos, de sus propios tiempos familiares, para desentrañar ese carácter tan complejo que hacen al hombre del litoral.
Descendiente de europeos, logró romper el cerco que le propondría esa cosmovisión y se hizo costero y criollo como el que más. Pero lo hizo con una mirada optimista, para nada melancólica, que se traducía en la música que permanentemente lo acompañaba.
Sí. La música lo cortejaba y era la expresión de esa simbiosis que logró sabiamente enhebrar: desde los ritmos de la Europa tradicional traída de los cantones suizos, hasta el chamamé litoraleño que alegraba todo encuentro.
El piano, el acordeón o la guitarra eran los instrumentos que lo acompañaban, pero que, básicamente le permitían relacionarse con la gente del lugar que inmediatamente se acoplaba a ese encanto de la cosa compartida.
Pero no me quiero detener exclusivamente en ese Ricardo que, incluso, animó muchos de nuestros encuentros, sino explayarme sobre el hombre pensante, el que logró tender un puente entre lo originario y la modernidad, entre el nativo modelado en diversos orígenes y el hombre industrial del siglo XX y XXI.
Su pensamiento, hondamente enraizado en lo nacional y popular, transformó esa identidad histórica en disputa por derechos de su gente y de todos los argentinos. Nunca salió de sus pagos, pero su voz se hizo oír con serena hidalguía en defensa de los suyos.
Ese magnífico salto lo realizó pensando siempre en la Patria, porque Ricardo Kaufmann fue un patriota. Al decir de Julia Prilutzky Farny: nació y amó su terruño y quiso volver a sus entrañas, donde nunca estuvo solo, por el contrario, lo acompañaron muchos hombres y mujeres de a pie, donde cualquier umbral fue su morada, donde quiso arar y dar un hijo y donde quiso morir.
Su andar pausado, sus palabras serenas, no estridentes, pensadas, reflexivas, nos acompañaran por siempre. Gracias Ricardo Kaufmann por haber compartido este espacio nuestro, que enalteciste.