Novedades

23/06/2022

El Artiguismo en el Pago de los Arroyos

Prof. José Hugo Goicoechea

Un abordaje regional de la antesala geopolítica santafesina de la guerra civil, entre el Directorio y la Liga de los Pueblos libres (1)1

Prof. José Hugo Goicoechea.

Es revelador el caso de la localidad de Villa de la Constitución en el histórico Pago de los Arroyos sur santafesino y norte bonaerense, como el “lugar” donde se expresó el signo definitorio de toda una época. Su origen, como “Puerto de las Piedras” y la fundación posterior de la Villa en 1858, se produjo dentro del largo y conflictivo “proceso de formación del Estado Argentino” marcado por la crisis de la guerra civil: el de las “provincias (des)unidas del Río de la Plata”. Su singular nombre, el de la “constitución”, fue retoño del obligado “paso del medio” de su promulgación. Nombre que dio cuenta de aquello tan apreciado, tan controvertido y accidentado.

En este contexto y locus de enunciación regional, pretendemos hacer un recorrido procesual de sus acontecimientos y poder con ello, para esta primera parte de nuestro trabajo, reconocer el accionar de Artigas y su influencia en tiempos de la constitución de la Liga de los Pueblos Libres. Primer capítulo de esta convulsionada división entre sudamericanos: El Artiguismo y el Arroyo del Medio ¿del medio de qué?

Su escenario fundacional de la Villa se amplifica espacial y temporalmente. El conflicto Artigas y el Directorio, un antecedente. Desde mayo de 1810, Santa Fe resulta el escenario clave para entender la naciente geopolítica rioplatense. Son en las fronteras político militares donde se redimensionan los conflictos, y el Arroyo del Medio, uno singular. Toda la geopolítica sudamericana, en proceso de transformación, – ruptura del orden administrativo colonial y configuración de limites inter jurisdiccionales, como nuevas unidades de las consagradas por el Virreinato del Rio de la Plata- cobra una dimensión territorial en este específico lugar. El “Puerto de las Piedras”, paso del “Pago de los Arroyos Santafesino y Bonaerense” resultó la frontera política y económica de la guerra civil. ¿Qué papel jugo el Artigismo y la constitución de la Liga de los Pueblos Libres, en los acontecimientos y transformaciones del espacio regional del Pago de los Arroyos?

Para un primer abordaje, pensamos delinear aquellos acontecimientos que nos vinculan con la historia artiguista y con el tiempo de la heurística, analizar y anticipar algunas conclusiones sobre su importancia y consecuencias actuales. Quizás como referencia para pensar otros estudios y triangular resultados, poniendo en valor la presencia e influencia de Artigas en las diferentes regiones de Sudamérica. En este sentido podemos arriesgar, por su condición geopolítica, que la Villa de la Constitución, previo Peñón, Puerto de las Piedras, fue síntesis de toda esta historia: poder ven en su regional configuración el conflicto entre unitarios y federales, artiguitas y directorales, santafesinos y bonaerenses, confederados y porteños, proteccionistas y librecambistas estancieros, caudillos y abogados, militares, gauchos y malones.

Desde mucho antes, el Pago de los Arroyos se lo reconoce como el paso obligado de tropas y comerciantes en tiempos coloniales por el Camino Real. El ciclo de la plata Potosina y su inclusión al nuevo Virreinato, le imprimen a la posta y oratorio de Morante un lugar clave de esta travesía sudamericana, como también a San Nicolás, puerto preciso mediador de la ruta fluvial por el Paraná. El centro más importante del Pago, la localidad de San Nicolás de los Arroyos –bastión colonial, “escudo del corredor porteño” con su Comandancia Militar de la Frontera del Norte- y el Rosario, -plaza militar y comercial del Litoral- que actuaron decisivamente en la redimensión política del Arroyo del Medio. Más que un arroyo, una “frontera” de provincias/estados, de potenciales países divididos.

Desde la guerra por la independencia fue el paso ineludible de las tropas de Granaderos del General San Martín, persiguiendo por tierra a los navíos realistas por el Paraná. La batalla de San Lorenzo, su triunfal bautismo de fuego. Como así también el paso de la expedición de Manuel Belgrano al Paraguay y luego al Alto Perú, quien enarbolaría nuestra naciente bandera argentina en las barrancas del Rosario.

Sabemos que la causa independentista no fue suficiente motivo de hermandad entre criollos en un mismo suelo y el Arroyo del Medio potencia los enfrentamientos facciosos de su organización. Numerosas fueron las causas de esta división, lo cierto es que “aquí mismo”, el general porteño Juan José Viamonte, acuartelado en San Nicolás en 1815 -quien intentaba invadir a la provincia de Santa Fe, provincia aliada fundamental de la Liga de los Pueblos Libres- fue derrotado por José Gervasio Artigas.

Vamos a referirnos sucintamente al período que abraza los años 1815-1821, que tuvieron la participación de San Nicolás, o ·por escenario el pueblo o partido. El 25 de agosto de 1815 tiene efecto la incursión de Viamonte a Santa Fe para combatir la influencia de Artigas y restablecer la autoridad del Directorio, bastante maltrecha a consecuencia de la sublevación de Fontezuelas. En julio de 1816, el ejército de observación acantonado en San Nicolás, inicia la campaña contra Santa Fe, al mando del general Eustoquio Díaz Vélez. El año 1818 se produce la invasión de Santa Fe por el general Juan Ramón Balcarce, aliado con Bustos y Hereñú, con el objeto de someter a Santa Fe al poder centralizador o unitario de Buenos Aires, cuyo jefe era el Director Juan Martín de Pueyrredón. En septiembre de 1818 se designó a San Nicolás como cuartel general y base de operaciones del ejército, y a principios del mes de noviembre, Balcarce se situó en la línea del Arroyo del Medio, esperando la ocasión propicia para obrar contra las fuerzas enemigas, llegando ese momento el 13 del mismo mes en que se puso en marcha con dirección a Rosario.

Las fuerzas orientales de Artigas, junto a las santafesinas de López, atacaron a San Nicolás, plaza defendida por el teniente coronel Rafael Hortigueira, enrolado en las fuerzas porteñas del Directorio.

El historiador Ricardo Eseverri en su Tomo II de la Historia de San Nicolás describe:

(…) “Derrotada la primera invasión a la Provincia de Santa Fe, y luego de fallar la estrategia de encerrar a Estanislao López, las tropas porteñas están acantonadas en Rosario, luego de replegarse desde Santa Fe. Desde Buenos Aires concurre el bergantín Chacabuco al mando de José Eusebio Hereñú, importante caudillo entrerriano del lado del Río Paraná, se pliega a las tropas de Buenos Aires. Comandante entrerriano que en principio ataca a la ciudad de Santa Fe para mantenerla bajo las órdenes de Artigas, pero luego, se alía con el ejército nacional porteño de Juan Martín de Pueyrredón, debido a que José Gervasio Artigas prefiere el acompañamiento del Pancho Ramírez” (…)

(…) En la retirada de la invasión de la Provincia de Santa Fe, sin poder dar batalla frontal ante la presencia de López, las derrotadas tropas de Juan Ramón Balcarce arriban al pueblo de Rosario, incendian algunas chozas y luego se dirigen a San Nicolás de los Arroyos, hostigados por 700 hombres, a fines del mes de enero de 1819. Llegado finalmente a San Nicolás de los Arroyos, el Coronel juan Ramón Balcarce es reemplazado por otro importante militar de las luchas por la Independencia el Gral. Juan José Viamonte en el mando del ejército nacional. Viamonte es designado Gobernador de Entre Ríos y toma Santa Fe el día que fallece el Gobernador Francisco Candioti, -un gran aliado de Artigas- pero al día siguiente es expulsado por la revolución encabezada por Mariano Vera Y Estanislao López. Es entonces que el 15 de enero de 1819 tropas santafesinas realizan un feroz ataque sobre el pueblo de San Nicolás delos Arroyos”. (PE LA TORRE, José Emiliano. 1947, pág. 66)

En 1819, durante ocho meses consecutivos, San Nicolás sufría el sitio de Estanislao López. “El comandante de la plaza San Nicolás, el paraguayo coronel José Félix Bogado, mantuvo San Nicolás sin rendirla” (PRIMO, Ricardo)Este puerto tuvo que resistir numerosos embates de corsarios artiguistas. Su flotilla federal concretó numerosos sitios estratégicos a puertos del Paraná, coordinando tomas con montoneras por tierra, permitiéndole a Artigas increíbles victorias sobre los ejércitos representantes del centralismo porteño.

El 1 de Febrero de 1820 se libra el combate, – en la cañada bonaerense del arroyo Cepeda, afluente del Arroyo del Medio que divide las provincias de Buenos Aires y Santa Fe, a unos 5 km al este del pueblo de Mariano Benítez- entre las fuerzas nacionales a las órdenes del Director Supremo José Rondeau, con las tropas federales de Santa Fe y Entre Ríos que se encuentran al mando principal del prestigioso caudillo Francisco «Pancho» Ramírez, nombrado por el caudillo José Gervasio Artigas como «Supremo Delegado».

Relata el historiador Damián Menéndez:

(…) La batalla duró muy poco; Rondeau desde el principio de la lucha fué envuelto con un ala de sus tropas y dispersado; la derrota de los porteños fué declarada al momento huyendo el director con su caballería dispersa. El general Donjuán Ramón Balcarce y el coronel Benito Rolón, jefes inmediatos de las tropas de Buenos Aires, se sostienen imponiéndose al enemigo y consiguen salvar unos cientos de soldados, con los que se ponen en marcha á tambor batiente y banderas desplegadas, reuniendo todos los dispersos que encontraban á su paso, llegando á ésta ciudad (San Nicolás de los Arroyos) hasta la posta de Olmos al día siguiente del desastre, y después de una penosa marcha, ascendiendo a 900 soldados los que habían conseguido reunir del campo de la derrota (…)” (MENENDEZ, Damián. 1890)

En concreto, las tropas nacionales del Gral. José Rondeau son envueltas rápidamente por las tropas enemigas, vencidas y dispersadas, debiendo huir el Director Supremo con su caballería, sosteniendo esa retirada las tropas del general Juan Ramón Balcarce y las del Coronel Benito Rolón,

Luego de la caída del poder del Director Supremo en Cepeda (1820), los gober­nadores de Santa Fe, Entre Ríos y Buenos Aires iniciaron, con la firma del Tratado del Pilar, la serie de pactos que durante todo el período reglaron las relaciones entre las provincias, sentando las bases del acuerdo, el compromiso de reunir un Congreso, dictar una Constitución y consagrar jurídicamente la unidad nacional definitiva. Surgen así poderes regionales encabeza­dos por caudillos locales, característico fenómeno, éste, de un período de inconstitucionalidad nacional». (CRAGNOLINO, Silvia y SCWARZSTEIN, Dora. 1984)

Pero a la par, Estanislao López y Francisco Ramírez, ignoran su compromiso con el oriental e inician su defensión.

El triunfo federal de 1820 en los campos de Cepeda, marcó el límite político que identificaba y distanciaba a unos de otros. Unos, los “Centralistas Porteños” – Rivadavia, Viamonte, Díaz Vélez, Rondeau y Balcarce (Buenos Aires)-; otros, los “Federales del Litoral” -López (Santa Fe), Ramírez (Entre Ríos) y Artigas (Banda Oriental)-. Por otro lado, los “Federales del Interior” –los gobernadoresBustos (Córdoba), Ibarra (Santiago del Estero) y Quiroga (La Rioja)-. Pero el rompecabezas fue más complejo, también se distanciaban los “Centralistas Unitarios del Interior” – Los generales Paz y Lavalle- de los “Federales Porteños” – Dorrego y Rosas-.

Es importante remarcar que los únicos pernos que mantenían unidas a estas partes en discordia fueron los diversos pactos interprovinciales, que desde 1820 a 1831 procuraron dar tregua a esta guerra sin fin. Establecían un marco de paz, unión comercial y política, ayuda mutua entre otras provincias armadas en guerra civil, pero siempre con la declaración de pertenecer a la Nación Argentina y de trabajar por una Convención Constituyente. El problema de fondo era quién dominaba esta tendencia.

El Pago de los Arroyos en medio del Directorio y el Artiguismo. ¿De la Civilización y la Barbarie?

La batalla se daba en diferentes arenas, la económica de fondo, y la ideológica detrás. Un claro exponente, Domingo F. Sarmiento y su documento, nos lo representa:

Había antes de 1810 en la República Argentina, dos sociedades distintas, rivales e incompatibles; dos civilizaciones diversas: la una española europea culta; la otra bárbara, americana casi indígena; la revolución de las ciudades sólo iba a servir de causa, de móvil, para que estas dos maneras de ser de un pueblo se pusieran en presencia una de otra, se acometiesen por largos años; después de largos años de lucha, la una absorbiese a la otra. La revolución de 1810 llevó a todas partes el movimiento, el rumor de las armas. El movimiento revolucionario trajo al fin la asociación bélica en la montonera provincial, hija legítima de la estancia, enemiga de la ciudad y del ejército patriota revolucionario. Desenvolviéndose los acontecimientos, veremos las montoneras provinciales con sus caudillos a la cabeza triunfante en todas partes la campaña sobre las ciudades (…) “En la Argentina se ven a un tiempo dos civilizaciones distintas en un mismo suelo; una reciente, que sin conocimiento de lo que tiene sobre su cabeza, está remando los esfuerzos ingenuos y populares de la Edad Media; otra que sin cuidarse de los que tiene en sus pies, intenta realizar sus últimos resultados de la Civilización europea: el siglo XIX y el XII vienen juntas, el uno dentro de las ciudades, el otro en las campañas” (…) “La República era solicitada por las fuerzas Unitarias: una que parte de Buenos Aires, civilizada, constitucional, europea, apoyada por los liberales del Interior y la otra que parta de las campañas, en los caudillo, bárbara, arbitraria, americana” (SARMIENTO, 1845. Facundo pág. 65)

Nada menor dicha postura consagrada hasta el presente, para fundamentar el proyecto hegemónico del centralismo porteño. Y el Pago de los Arroyos, el del Medio de la guerra civil, dirimía entre sus contiendas militares y sus pactos espurios, el medio de proyectos divergentes. La historiadora Noemí Goldman nos dice:

La afirmación de la existencia de una única soberanía, que derivaba de la formulación del pacto de sociedad, sustentó la tendencia a crear un ESTADO UNITARIO en oposición a los que defendían la existencia de tantas soberanías como pueblos había en el Virreinato. Una vez constituidos los cuerpos representativos (asambleas o congresos constituyentes) la soberanía deja de residir en los “pueblos” para pasar a la “nación”. El centralismo se constituyó en la modalidad dominante durante la primera década revolucionario dentro del unitarismo porteño, acentuada por las exigencias de la guerra de la independencia que se tenía que afrontar como ex capital del virreinato. Al mismo tiempo se desarrolla sobre la trama de la oposición entre la tendencia centralista de Buenos Aires y la tendencia d autogobierno de las demás ciudades.” Alberdi escribió que “Para Buenos Aires, Mayo significa independencia de España y predominio sobre las provincias; la asunción por su cuenta del vasallaje que ejercía sobre el virreinato en nombre de España. Para las provincias, Mayo significa separación de España y sometimiento a Buenos Aires, reforma del coloniaje, no su abolición” (GOLDMAN, Noemí. 2005. Pago. 47)

Todo lo contrario, el Plan de Operaciones de Mariano Moreno y los morenistas y las “Instrucciones a los Diputados Orientales para la Asamblea del año 1813, como la Reforma Agraria y los principios del Federalismo artiguista, no veían contradicción entre Pueblos y Nación.

El proceso revolucionario, de ser revolucionario, debía ser completo:

(…) »Tres millones de habitantes que la América del Sur abriga en sus entrañas han sido manejados y subyugados sin más fuerza que la del rigor y capricho de unos pocos hombres”. “Se pondrá la máquina del estado en un orden de industrias lo que facilitará la subsistencia de miles de individuos” (DEL FRADE, 2010).

Moreno y Artigas bregaban por un estado que vuelque su poder en favor de las mayorías y en contra de los intereses minoritarios; que desarrolle un mercado interno y proteccionista de su comercio y su industria y arbitre lo necesario para cumplir el objetivo de la política, que es “hacer feliz al pueblo”. Pueblos y Nación no eran indisolubles. Afirma Carlos del Frade, “las ideas políticas y económicas del Plan de Operaciones serían puestas en marcha por Artigas y San Martín cada vez que les tocó llevar adelante una tarea de gobierno. He allí un camino abierto y un proyecto todavía no realizado.” (DEL FRADE, 2010) La de una nación popular.

Las regiones provincias “(des)unidas” del Río de la Plata

Las tensiones latentes desde 1810 hicieron eclosión en el seno del primer Congreso Constituyente en 1813. Este Congreso estuvo dominado por los grupos porteños más radicales, pertenecientes a la Sociedad Patriótica y la Logia Láutaro, cuya tendencia centralizadora se hizo rápidamente visible. Los diputados defensores de la indivisibilidad de la soberanía y la preponderancia de Buenos Aires por su condición de antigua capital del virreinato y por haber sido cabeza revolucionaria en 1810, decidieron por mayoría rechazar al ingreso a la asamblea de los representantes de la Banda Oriental, liderados por José Gervasio Artigas. El antigüismo representó desde ese momento la opción federalista, al postular que la futura Constitución debía adoptar una forma de gobierno confederal, en la que cada provincia pudiera mantener su soberanía particular, delegando solo algunas de las atribuciones en el poder central.

Artigas fue quien lideró esta tendencia en todo el Litoral rioplatense, al expandir su poder e influencia sobre Santa Fe, Misiones, Corrientes, Entre Ríos y Córdoba, mientras que desde Buenos Aires el federalismo era condenado como sinónimo de anarquía y desolación.

Sin duda que la guerra por la independencia colaboró para argumentar la necesidad de centralizar el poder político y el comando de la empresa bélica. Pero cuando dicha guerra entró a su fin en territorio rioplatense en 1820, la posición centralista fue perdiendo muy rápidamente sustento, especialmente luego de dictarse la Constitución unitaria de 1819. Con Cepeda y la caída del gobierno central se abrió una nueva etapa.

Al romperse la Liga de los Pueblos Libres, la soberanía se fragmentó en nuevos sujetos políticos – las provincias – que organizados bajo sus propias leyes y reglamentos, se gobernaron de manera autónoma, sin renunciar nunca a formar una unidad constitucional.

No obstante, la nueva tentativa del Directorio no fue precisamente la de acordar, consensuar. Sino la de someter las disidencias con el antigüismo. Así organizó una campaña militar contra Santa Fe, principal aliada a Artigas.

San Martín, el héroe indiscutido del momento no accedió a los ruegos de Pueyrredón para enviar tropas y participar contra las montoneras federales. Contexto a diez años de la Revolución de Mayo, se configuran unas desunidas “Provincias Unidas del Rio de la Plata”, condición que mantendrá durante casi toda la mitad del siglo XIX.

Los dos José, y la cita que no fue

San Martín escribió a Artigas desde Mendoza el 13 de marzo de 1819:

(…) “No puedo ni debo analizar las causas de esta guerra entre hermanos; lo más sensible es que siendo todos de iguales opiniones en sus principios, es decir, a la emancipación e independencia absoluta de España, debemos cortar toda diferencia. Cada gota de sangre americana que se vierte por nuestros disgustos me llega al corazón. Paisano mío, hagamos un esfuerzo, transemos todo y dediquémonos únicamente a la destrucción de los enemigos que quieren atacar nuestra libertad. Unámonos contra los maturrangos bajo las bases que Vd. crea y el gobierno de Buenos Aires más conveniente y después que no tengamos enemigos exteriores, sigamos la contienda con las armas en la mano, en los términos que cada uno crea por conveniente: mi sable jamás se sacará de la vaina por opiniones políticas, como éstas no sean en contra de los españoles y su dependencia” (SAN MARTIN 1819. Los documentos del Cruce).

Dicha carta, interceptada por Belgrano, nunca llegó a manos de Artigas. ¿Qué otra Argentina tendríamos de haberse concretado la tan necesaria e importante comunicación, el esperado gran encuentro entre líderes populares? No lo podemos saber, solo imaginar un virtuoso e histórico acuerdo Americanista, que pusiera en otro lugar a nuestros pueblos de Sud América. ¿Qué factores obstaculizaron este sueño americano nacidos de la lucha por la emancipación?

Hacia 1815 Director Supremo Carlos María de Alvear, junto a la burguesía porteña, veían a San Martín y Artigas, los enemigos de Buenos Aires. Mientras convenían alianzas comerciales con los el Imperio Británico, para engrosar sus rentas aduaneras y establecían convenios secretos con los portugueses para negociar el destino de la Banda Oriental, las posiciones políticas populares de San Martín y Artigas mantenían vivo el sentido de mayo de 1810, según el Plan de Operaciones escrito por Mariano Moreno. Una muestra fue cuando San Martín, a partir del 2 de abril de 1820, dejaba de ser general a sueldo del estado de Buenos Aires y se convirtiera en general del primer ejército popular en operaciones, el de los Andes, y elegido popularmente gobernador de Mendoza, participando de su ejército, como únicos aliados, a sus paisanos indios del sur mendocino. Tanto como Artigas, líderes naturales de sus pueblos, propició la primera reforma agraria de la América, la redistribución de las tierras de los “malos europeos y peores americanos”

Santa Fe entre dos fuegos

La geopolítica de Santa Fe –hinterland portuario del interior fronterizo con los pueblos indios- condicionó históricamente su equilibrio político y desarrollo económico. Eje territorial de la extensa cuenca fluvial comercial del Paraná, antesala de las repercusiones políticas entre los competitivos puertos terminales de Buenos Aires y Montevideo. Contexto que dejó a la provincia entre dos fuegos: la política centralista del Directorio y la opción federal del artiguismo. La lucha facciosa santafesina a partir de 1815, cuando el cabildo y el gobernador Candioti apoyaban decididamente a Artigas, mientras la Junta de Representativa se asumía adicta a Buenos Aires y a la invasión de Viamonte, es la muestra. Hecho miliar que dividía en dos aguas el posicionamiento político de sus protagonistas, yq que la Junta vio en ella, la oportunidad de descartar a Candioti del gobierno. Su muerte y la presencia disuasiva del ejercito porteño de Viamonte incidió en la elección del candidato de la Junta, Juan Francisco Tarragona, confirmando el retorno de la provincia la sujeción de Buenos Aires.

Tarragona no duraría mucho. La presencia del cuerpo de Blandengues en la elección de gobernador introdujo un nuevo sujeto en el juego político, cuyo peso fue determinante en la elección de Mariano Vera como gobernador en 1816 y decisivo en el ascenso de Estanislao López. Como López, enclavo un elemento faccioso en las elecciones de electores por cuarteles.

Los desmanes de las tropas de Viamonte, el asedio de los indígenas y las arbitrariedades del nuevo gobierno que perseguía a los expartidiarios de Candioti, prepararon la resistencia del santafesino. La primera campaña de Blandengues se sublevó al mando del teniente Estanislao López el 2 de marzo de 1816. Los jefes del movimiento, Mariano Vera, Cosme Maciel y Javier Avalos, levantaron las milicias de Coronda y atacaron la cañonera “Americana” en la boca del Colastiné, para facilitar el arribo de los hombres remitidos por Artigas desde el Paraná. El día 5, el Cabildo preparo las milicias de defensa. Las fuerzas de buenos Aires asentadas en San Nicolás, al mando de Eustaquio Díaz Vélez, no pudieron acercarse a Santa Fe para defender a Viamonte y este dubio capitular. Por esta crisis el 16 de abril de 1816, la Junta de Observación y el Cabildo de Buenos Aires nombraron como nuevo Director Supremos a Antonio González Balcarce y el 18 de mayo se acordó un tratado donde Buenos Aires reconocería a Santa Fe como libre e independiente, mandaría su diputado al Congreso de Tucumán y no se interrumpirían sus caminos de Santa Fe hacia Perú y Chile para el giro de correos. Ahora el artículo 2 del tratado secreto, dejo muestras de la posición de Mariano Vera.

Si el General Artigas no conviniere en lo estipulado por el tratado público, Santa Fe queda en la obligación a su cumplimiento para con buenos Aires. Sin embargo, historiadores interpretan que este apartado fue estratégico” LOPEZ, ROSAS. 1968)

La política de Vera resulta de la búsqueda de equilibrio entre las partes, con el objeto de evitar cualquier confrontación que pudiera afectar a Santa Fe, situada entre dos fuegos. No debe entenderse equilibrio en el sentido de neutralidad, sino de una opción en función del costo-beneficio dentro del marco de coyuntura histórica del momento. Si Artigas ofrecía más garantías a los intereses locales, contaba con el apoyo santafesino. De lo contrario era Buenos Aires la que se beneficiaba con el acercamiento. Las relaciones de Vera respecto a la Banda Oriental y Buenos Aires fueron claramente pendulares, privilegiando la defensa de la autonomía provincial y los intereses generales de los santafesinos” (MOREYRA DE ALBA, 1980)

Puertas cerradas para la cuenca de los Pueblos Libres

La geopolítica del Pago de los Arroyos se redimensiona a lo largo de toda la geografía santafesina. Santa Fe necesitaba inevitablemente de sus puertos para dar salida a su producción.

El deslinde de la cabecera intendencial –con la revolución que llevo a cabo Candioti al poder- perjudico el tráfico comercial hacia el puerto de Buenos Aires, eliminando la participación de Santa Fe en el intercambio que Buenos Aires mantenía con las provincias interiores. Montevideo asumió entonces un papel importante en la economía santafesina. Fue en el gobierno de Candioti que las relaciones con el artiguismo se estrecharon. Cuando la invasión portuguesa a la Banda Oriental impidió a Santa Fe acceder al puerto de Montevideo, la política santafesina comenzó a deslindarse paulatinamente de la influencia artiguista” (MOREYRA DE ALBA, 1980)

Así es como podemos entender la posición de equilibrio del gobernador Mariano Vera, advirtiendo las necesidades de la provincia y los costos de una postura demasiado abierta hacia alguna de las partes. No obstante, en la óptica de los santafesinos, Buenos Aires aplicaba la diplomacia con Santa Fe solo como una táctica dilatoria, corroborada cuando el gobierno de Buenos Aires eludió la ratificación de los tratados del 28 de mayo y decidió la sujeción e invasión armada a Santa Fe.

A pesar de los esfuerzos porteños, las vinculaciones de Santa Fe con la Banda Oriental continuaban. A lo largo de 1817, en una nutrida correspondencia, mariano Vera hacía referencia al envió a la Banda Oriental de armas, provisiones, pólvora e incluso dos médicos cirujanos. Hacia 1818, se solicitó auxilio para hacer frente a los indígenas. Los santafesinos llegaron a pensar que eran los mismos porteños los que utilizaban la fuerza indígena para someterlos. Buenos Aires envió en marzo de 1818 una nueva invasión al Litoral. El General Juan Ramón Balcarce se instaló en la frontera de Santa Fe, mientras el coronel Marcos Balcarce marchaba hacia Entre Ríos. Una carta de Vera a Artigas, fechada el 7 de junio de 1818, revela su posición desesperada y su resentimiento respecto de las intrigas de Buenos Aires:

(…) Un mes hace que me encuentro privado de su correspondencia y ya no me es soportable tan larga incomunicación. Así que corriendo todo riesgo contesto su honorable oficios (…) Estoy penetrado de la combinación horrorosa de portugueses y porteños (…) pero V. S. descanse en que la perfidia de estos y los medios tan rastreros de que se balen para introducir el germen de la división y discordia son bien conocidos. De este modo no triunfarán jamás en mi provincia mis empeños serán siempre sostenidos porque estoy convencido que la Patria solo haber ser libre bajo la protección de V.S.” (Carta fechada el 8 de febrero de 1818)

Esta situación tan desgastante fue debilitando políticamente a Mariano Vera.

Independencia lopista- El armisticio de San Lorenzo:

El armisticio de San Lorenzo, del 12 de abril de 1819, firmado en el Convento San Carlos entre representantes del Brig. Estanislao López y Manuel Belgrano implicaba el retiro de las tropas porteñas del territorio de Santa Fe y Entre Ríos, la garantía de la no interrupción de las comunicaciones con el interior, y el mutuo auxilio en la persecución de malhechores. Si bien para Santa Fe este armisticio implicaba una paz necesaria y anhelada desde hacía tiempo por la provincia, para Artigas era un signo no solo de debilidad frente a Buenos Aires, sino de ruptura aliancista de la Liga de los Pueblos Libres. El compromiso de exigir al Directorio y a todos los integrantes de la Liga a declararle la Guerra al Brasil, fue roto, iniciándose con este armisticio un nuevo ciclo de intentos pactistas promovidos por Estanislao López y que luego derivarían en el Tratado de Pilar, de Benegas del Cuadrilátero y el Federal.

Bibliografía:

  • Cragnolino, Silvia; Schwarzstein, Dora (1984) “Los pactos preexistentes” Historia testimonial argentina. Documentos vivos de nuestro pasado. Buenos Aires.
  • Del Frade, Carlos (2010) Artigas y San Martin. El proyecto del Siglo XXI. Rosario
  • Goldman, Noemí (2005); Nueva Historia Argentina. Ed. Sudamericana. Buenos Aires.
  • Goicoechea, José Hugo (2010) Aquí Mismo. Grageas de Historia Argentina en Historietas. Tomo 2- La invencible Santa Fe- diario de un Federal. Loco Rabia. Buenos Aires.
  • López Rosas, José Rafael (1968) El pronunciamiento federal de Santa Fe. Dto. de Ciencias Jurídicas y Sociales Universidad del litoral. Santa Fe.
  • Menéndez, Damián (1890) Historia de la ciudad de San Nicolás de los Arroyos Ed. D. Pariente, Rosario.
  • Moreira de Alba, Beatriz (1980) El Federalismo Santafesino y sus relaciones con el Artiguismo (1810-1820) Vol 4. Tercer Congreso de Historia Argentina y Regional. Santa Fe –Paraná.
  • Muchnik, Daniel. (2003) El Ilusorio Federalismo Argentino. Edición Cono Sur.
  • Pe La Torre, José Emiliano, 1947, pág. 66) Historia de San Nicolás de los Arroyos. Ed. ROSARIO S.A., ROSARIO. Santa Fe.
  • Nocera, Eduardo (2015) Quien es Artigas- Viajando tras sus pasos. Tomo I y Tomo II. Ediciones Instituto Superior Dr. Arturo Jauretche. Colección Patria Grande. Buenos Aires.
  • Sarmiento D. F. (2010). Facundo. Ediciones Colihue, 2° Edición, 5° Reimpresión. Buenos Aires.
  • Rodriguez Maglio, Leonardo Rafael (2014) La Filosofía popular y regeneradora del mannánimo José Artigas. Zona Libre. Montevideo.
  • Tarragó, Griselda y Barriera, Darío (2000) Adiós a la Monarquía. De los años revolucionarios a la crisis de 1820. Tomo 4 Nueva Historia de Santa Fe. Rosario.
  • Ternavecio, Marcela. (2009) Pensamiento de los federales” Colección Pensamiento Político Argentino. Claves del Bicentenario. Ateneo. Buenos Aires.

1 El presente artículo, parte uno, es el producto de un proyecto mayor vinculado a poder hacer una mirada regional geoestratégica y de perspectiva decolonial. Nos proponemos resignificar al Artiguismo como un movimiento completamente amplista y federal, donde lo regional cobra nuevos y significativos sentidos. Esta primera entrega, de fuerte mirada histórica regional, se ampliará con nuevos abordajes. El alcance antropológico arqueológico vinculando lo histórico con nuevos aportes, proyectan dicho trabajo en el campo transdisciplinar de lo pedagógico. Mag, José Hugo Goicoechea- Luciano Rey. Pago de los Arroyos Santafesino. 2022

Publicaciones

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *