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27/12/2022

Artigas: caudillo republicano y federal

Por Julio Mufarrege

Como colaborador del Instituto Artiguista de Santa Fe, en este humilde ensayo intentaré expresar algunas miradas personales acerca de don José Gervasio de Artigas, frutos de devaneos e inquietudes que me surgen a partir de los ya muchos años que comparto encuentros con mis amigos del Instituto. “Compaisanos”, como dice siempre el Dr. Julio Rondina. Aclaro que las líneas que siguen no llevan un estricto orden cronológico, son solo miradas, parciales, respaldadas en hechos históricos, volcadas con la intención de promover el conocimiento del caudillo federal.

La figura de Artigas, hombre de una época embrionaria de los sistemas políticos del Rio de la Plata, es controversial en el contexto historiográfico argentino tradicional, ello no es novedad. Pero al margen de las adhesiones y rechazos generados por su figura, (tanto en los actores de su época como en la reconstrucción histórica), esa “controversialidad” es consecuencia, también, de varios juegos dialécticos en su trayectoria como líder político, en la década del 1810/1820, clave en el proceso de emancipación y organización política del Rio de la Plata.

Artigas fue el padre ideológico del federalismo argentino, el primer líder que planteó como proyecto constituyente el modelo de vinculación sinalagmática (mediante pactos) entre los estados miembros y el Estado Federal. Tal posición fue plasmada en las instrucciones a los diputados de la Banda Oriental que envió a la Asamblea del año XIII que se realizaba en Buenos Aires.

Así, anticipó en muchos años los acuerdos interprovinciales, “pactos preexistentes” de nuestro Preámbulo, que conformaron el sustrato político de nuestra Constitución Nacional de 1853/1860. Inclusive, adjunto a esas Instrucciones se acompañaron proyectos de Carta Magna de la provincia de la Banda Oriental, y del Estado Federal de las Provincias Unidas, anticipando también nuestro sistema de coexistencia de órdenes constitucionales de los estados miembros y del Estado central, con inspiración en los autores norteamericanos que dieron sustento doctrinario a la organización constitucional de Estados Unidos.

Sin embargo, los diputados orientales fueron rechazados por esa Asamblea (dirigida por personeros de los intereses porteños). Probablemente este rechazo fue el hito inicial que con el devenir de los años derivó en que la Banda Oriental sea hoy un Estado independiente, nuestra más cercana hermana República Oriental del Uruguay.

En mi lectura, ya en este hecho se halla una controversia en la imagen que la historiografía “tradicional” reservó para Artigas, y la realidad fáctica, documentada, para el análisis de su rol histórico. Asi, quien se calificaba como “barbaro” Artigas, lider del interior profundo de la provincia oriental, fue sin embargo quien primero propuso una organización política del tenor liberal, o libertario, que surgía en aquella época inspirado en los ideales de la Revolución Francesa y en la emancipación norteamericana, como superación al monarquismo borbónico hispánico.

En la visión de Artigas, su republicanismo tiene legitimación de origen en la noción de “pueblo libre”, como denominaba a la población de la Banda Oriental que era su sustracto político. En tal concepción, es el pueblo libre –ya no el monarca- quien ostenta la soberanía para dictarse su Carta Magna; es la primera noción republicana que se exterioriza y documenta en estas tierras.

Para contrastar, recordemos que en la época muchos gestores de la independencia (San Martín, Belgrano), se manifestaron en ocasiones partidarios de esquemas también monárquicos, como salidas institucionales para superar el antiguo régimen colonial español y sostener la emancipación. Aquellas posiciones deben analizarse en aquel contexto y cultura históricos y per se, no merecen ser descalificadas. Es de resaltar, reitero, que quien era calificado como un autócrata bárbaro, fue en realidad el pionero en estas tierras en proponer un esquema republicano, con plena vigencia de principios liberales (libertad civil y religiosa, división e independencia de poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, tanto para el gobierno federal, como así también en las provincias). También, que en el proyecto de Constitución para la Banda Oriental el caudillo oriental es el primero que establece con jerarquía constitucional en América la norma que consagra la educación primaria obligatoria y gratuita. Artigas demostró así su preocupación civilizadora.

Lo que antecede es un contraste entre la imagen de Artigas que cimentó la historiografía tradicional, y su verdadero ideario: me atrevo a afirmar que Artigas, así como San Martín y otros, era liberal en términos políticos y en la acepción de la época, sin dudas revolucionaria en cuanto direccionaba al cambio de régimen. Y con preocupación por las instituciones que debían forjarse en el nuevo orden emancipado.

El rechazo a su figura por parte de los distintos focos de interés (no sólo del centralismo porteño sino también, por ejemplo, del Cabildo de Montevideo) radicaba en que Artigas propugnaba un “nuevo orden” al pretender ensanchar la base política y económica, incorporando las masas populares como sujetos activos en la conformación del nuevo esquema republicano. Y esto, claro, significaba el riesgo de perder los privilegios para las clases entonces dominantes.

No sólo fue el patriota que cruzó a Buenos Aires para sumarse a la resistencia contra los ingleses durante la Primera Invasión. No solo fue el caudillo que adhirió desde el principio a la Revolución de Mayo, (abandonando al cuerpo colonial de Blandengues) y como oficial designado por la Junta Grande armó un ejército de patriotas con lugareños no profesionales, presentó armas en Las Piedras (primera victoria militar de la Revolución de Mayo en el Rio de la Plata) y al derrotar a las tropas realistas de Montevideo, salvaguardó la Revolución que estaba jaqueada en el frente interno y externo, constituyendo un hito en la gesta emancipadora.

No solo fue el líder político que luego, traicionado por el Triunvirato de Buenos Aires, a partir de una lealtad de su pueblo pocas veces vista (como se demostró en el Exodo oriental de 1811 “La Redota”), en algún momento enfrentó al mismo tiempo, tanto al poder virreinal de Montevideo, como a los invasores portugueses por el norte de la Banda Oriental, y al abandono de Buenos Aires. No solo fue, como líder de la Liga de los Pueblos Libres, el gestor de la primera Declaración de la Independencia en relación a toda potencia extranjera, en el Congreso de Arroyo de la China (hoy Concepción del Uruguay, Entre Ríos), que se inició el 28 de junio de 1815, un año antes del 9 de julio de 1816 en Tucumán. También, como santafesinos debemos saber que Artigas promovió a través de su liderazgo que Santa Fe tuviera su primer gobierno autónomo, asumiendo el gobernador don Francisco Antonio Candioti en 1815.

Ademas de esa reseña, Artigas era un republicano convencido, y pergeñó para estos pueblos un sistema institucional de ciudadanos libres, instruidos y preparados para la vida tal como lo demostró en las Instrucciones, una verdadera carta política.

Por lo demás, Artigas fue esencialmente un líder político, un hombre de acción, un caudillo. Su inmediatez con el pueblo oriental era un vínculo natural, espontáneo, cimentado en toda una vida con permanente contacto con las gentes del medio rural, indios, negros y mulatos, los excluidos del sistema en aquella época. Hallo características similares con el posterior liderazgo de Juan Manuel de Rosas en el ámbito rural de la Provincia de Buenos Aires.

Mas el ejercicio de tal liderazgo –bajo la figura de Jefe de los Orientales y Protector de los Pueblos Libres-, y en circunstancias duras, no fue óbice para a la vez discernir un proyecto constituyente republicano y federal. En este sentido, no habiendo sido un intelectual, contó con colaboradores (verbigracia, Monterroso y Barreiro) quienes accedieron a la literatura de los primeros autores federales ideólogos de la Revolución norteamericana, en especial Thomas Paine, así como de las cartas constitucionales del embrionario país del Norte. Artigas, una persona lúcida para interpretar la realidad, claramente internalizó tales principios como basamento doctrinario para dotar a estos pueblos en proceso de emancipación, de una organización política adecuada al territorio, cultura, y –también- a los intereses de su “patria chica” oriental. En las Instrucciones trazó una adaptación de tales principios, mediante la formulación de esas propuestas institucionales programáticas.

Sin profundizar en el análisis jurídico constitucional de tal cuerpo de ideas (tanto las instrucciones como las 2 cartas constitucionales), creo oportuno extractar del artículo de Julio Rondina ”Las ideas constitucionales de José Gervasio de Artigas” los siguientes conceptos: “Quizás la originalidad que surge del análisis sus propuestas radica en que Artigas es el primero que articula en el Plata la fórmula tripartita de poderes al modo clásico de Montesquieu; pero concebida en la compleja dualidad de un régimen para la Nación y otro para el Gobierno interior de las Provincias (Instrucciones, arts. 5º y 6º). Así como: “Artigas es el primero en proponer el régimen de Ejecutivo presidencial, pero reformando su método de elección y exigiendo la obligatoria rotación del cargo entre los candidatos de todas las provincias, por sorteo y en igualdad de condiciones, con lo que reduce la preponderancia de Buenos Aires (arts. 40 y 41 del Proyecto Federal de Constitución). Y: “Al proponer el ejecutivo presidencial, Artigas lo hace unipersonal sin elementos pluripersonales (a diferencia de lo habitual para aquella época, juntas, triunvirato), con 2 años de duración sin posibilidad de reelección (art. 40 del Proyecto). Los resaltados en negrita me pertenecen, pues me interesa destacar el celo de Artigas en evitar el mal de la perpetuación en el poder. Una de las mayores garantías del régimen democrático, en oposición a la tiranía, es la alternancia como pauta constitucional. No hay valor más republicano que la alternancia, y aquel proyecto, concebido por un caudillo, lo previó con claridad. Insisto en esa dialéctica que Artigas supo sintetizar: el hombre de acción, el líder de masas populares sin formación intelectual, supo avizorar una organización institucional republicana.

En tal sentido, el liderazgo personal ejercido por Artigas fue determinado por la necesidad ante las extremas circunstancias políticas y militares de su época, inmediata posterior a la Revolución de Mayo, con la pulsión simultánea del movimiento independentista de la Corona española, a la par de las tensiones y luchas entre provincias.

Sin embargo, su bregar permanente por consensos y pactos con otras provincias, aún con Buenos Aires, y su clara intencionalidad de contar con un marco institucional republicano serían indiciarios de que no concebía su liderazgo para prolongarse en el poder como caudillo, sino de manera transitoria, hasta tanto se lograra una organización política.

Artigas, hombre de la época, fue un caudillo federal, el primero tal vez, y un extraordinario líder de masas; no fue el autócrata barbaro que la historiografía tradicional describe.

Alguna reflexión desde el 2021:

Vale reflexionar que aquel proyecto federalista de Artigas, con tanta preocupación por limitar el poder político y económico de Buenos Aires frente a las demás provincias, y para que éstas desarrollen sus economías productivas, su actividad portuaria, en definitiva sus recursos propios, fue la antítesis de la posterior configuración de nuestro país, con centralismo y hegemonía política, económica y de distribución de recursos públicos de Buenos Aires respecto a las demás provincias. Este modelo, que se mantiene, no es un camino para el desarrollo y la integración nacional. En perspectiva del presente y futuro, aquel proyecto de Artigas nos interpela sobre las asignaturas pendientes de nuestro sistema federal.

Una pregunta incorrecta: ¿argentino o uruguayo?

En este juego de dialécticas y síntesis que planteo, con la intención (siempre didáctica) de poner “blanco sobre negro” sobre la figura de Artigas y hacer algún aporte al conocimiento profundo de su figura, sobre todo por quienes sólo conozcan su referencia de los textos escolares, llegamos a la dicotomía más diáfana en términos de saber vulgar. La pregunta que surge es: ¿Artigas fue argentino o uruguayo?; o más reflexivamente: ¿Cómo es que Artigas, habiendo sido un caudillo federal, igual que López, Ramírez, Bustos, y activista y oficial de la Revolución de Mayo como Moreno, Belgrano, Castelli y otros, termina siendo reivindicado como el padre de la nacionalidad de la República Oriental del Uruguay? Como San Martín entre nosotros, de este lado del río.

En primer término la noción de “Padres de la Patria” en general son construcciones historiográficas, legítimas, que las sociedades políticas entronizan para dotar de identidad histórica a una nacionalidad, en orden al sentido de pertenencia socio/histórico cultural.

Años atrás, una figura importante de la política argentina dijo públicamente que “Artigas quería ser argentino y no lo dejamos”, generando polémicas en la opinión pública, sobre todo en Uruguay. Más allá de la reivindicación hacia Artigas que tal afirmación trasluce, no estoy de acuerdo con discursivas que entrelazan categorías políticas del presente y del pasado. Se induce a la confusión y se pueden herir sensibilidades: la hermana República Oriental del Uruguay es una entidad estatal con casi 200 años de vida, con historia e identidad propias, aún tan cercanas y/o comunes a las de Argentina.

Artigas no quiso ser argentino, porque ni Argentina ni Uruguay existían como entidades estatales al momento de su acción política. En aquella época no existía una “identidad nacional”: eras santafesino, cordobés, porteño, oriental, correntino.

A riesgo de ser reiterativo, Artigas fue un caudillo federal, luchó para que su provincia, en términos de autonomía, dentro de un sistema de Confederación por pactos, y limitando la influencia de Buenos Aires, formara parte de las Provincias Unidas del Rio de la Plata; de la Patria Grande. Ello no fue posible en el devenir histórico, y no solo por el rechazo de Buenos Aires y sus intereses del puerto. No puede soslayarse el rol que le cupo como factores exógenos de la ulterior independencia de la Republica Oriental del Uruguay, los sucesivos desencuentros y cambios de posiciones de caudillos de este lado del río (López y Ramírez), así como el tironeo permanente de los portugueses en su ambición territorial desde el Norte; y la posición diplomática de Gran Bretaña al finalizar la guerra con Brasil.

Al final de su itinerario, enfrentado con los caudillos provinciales, con sus tropas diezmadas luego del desastre de Tacuarembó ante los portugueses, Artigas debió exiliarse en Paraguay en el año 1820, lo que perduró de manera ininterrumpida hasta su muerte en 1850. Durante esos 30 años desapareció absolutamente de la escena política, dejando un interrogante sobre su pensamiento ante la posterior independencia de Uruguay (1828/1830). Sí sabemos que Artigas, ya viejo y con muchos años de exilio y aislamiento, dedicado a labores rurales en San Isidro de Curuguaty (luego, los últimos años en cercanías de Asunción), y profesando una vida de religiosidad, no quiso regresar a Uruguay. Por lo contrario, manifestó su voluntad de morir en Paraguay.

José Gervasio de Artigas fue un caudillo federal, legítimo representante de su entonces provincia de la Banda Oriental. A todas luces su lucha política tenía como objetivo irrenunciable que su provincia formara parte de un Estado Federal, o Confederal, las Provincias Unidas del Río de la Plata. Concebía a la Banda Oriental integrada a esa totalidad, aún con sus desconfianzas y reparos –más que justificadas- con Buenos Aires.

A mi juicio, es a partir de su gesta, de ese itinerario político y militar como líder empeñado en defender la autonomía de su Banda Oriental, de la identidad y lealtad del pueblo oriental profundo para con su liderazgo, y sobre todo por haber sido (a partir del Grito de Asencio de 1811) el conductor primigenio de ese movimiento, que es merecedor de ser considerado el Padre de la nacionalidad de lo que luego fue Uruguay como Estado independiente.

Más allá de esto, forma parte esencial de nuestra historia, la propia y la común con los hermanos hoy uruguayos. Artigas, héroe de la independencia y uno de los padres del federalismo, también es nuestro, por eso se lo enaltece en términos históricos en el Instituto Artiguista y demás entidades y foros hermanos.

Me despido con un saludo afectuoso a todos los lectores, y espero –de nuevo- que estas humildes miradas sean útiles para conocer al Prócer. Viva la Patria Grande !!

Material de lectura consultado

Artículo: “Aproximación al republicanismo en el pensamiento artiguista a través del análisis del concepto Pueblos”. Suarez Cabal, Cecilia. Universidad del País Vasco – Euskal Herriko Unibertsitatea. Departamento de Historia Contemporánea.-

Artículo: “Las ideas constitucionales de José Gervasio de Artigas”. Rondina, Julio.

Artículo: “Un momento en el Ideario de Artigas: las instrucciones orientales del 13 de abril para la Asamblea General Constituyente. Aproximación a nuevos conceptos de análisis” Mañas de Ruiz, Carmen.

Artículo: “Cuando el Paraná fue un Rubicon. Hechos, preguntas y ¿certezas? Sobre Jose Artigas en Paraguay”. Tomás Sanson Corbo.

Obra: “Juan Manuel de Rosas, el maldito de la historia oficial”. O`Donell, Pacho.

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