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22/09/2021

Sobre la Hegemonía del Estado de Sao Paulo en Sudamérica

Por Alberto Umpiérrez

En el año 2013, la economía del Estado de Sao Paulo («se fosse um país») estaba en el 5º lugar entre los demás países de Sudamérica, manteniendo la misma posición que tenía desde el año 2009.

Pero el año pasado 2017, trepó al segundo lugar, superando a Venezuela, Colombia y Argentina. Solamente la economía de Brasil en su conjunto supera a la economía del Estado de Sao Paulo, medida en términos de PBI.

En el conjunto de América Latina ocuparía el tercer lugar, superada también por México que tendría el segundo puesto.

Si en vez de mirar situación de la integración continental en términos políticos, observáramos el proceso de consolidación de la hegemonía empresarial continental Paulista, seguramente veríamos las cosas de otro modo.

El Estado de Sao Paulo está dinamizando los corredores bioceánicos que a ellos les interesan (salida por el sur del Perú), y también están implementando la transformación del puerto de Santos en el gran (y único) puerto de Aguas Profundas del frente Atlántico de Sudamérica.

Si le sumamos la expansión de las Iglesias Evangélicas brasileñas, en particular las que tienen sede en Sao Paulo, veríamos claramente que también en este plano se visualiza claramente la consolidación de una hegemonía Paulista.

¿Existe algún indicio de «Neo-Carlotismo» explícito en las oligarquías sudamericanas? En lo personal no lo veo, probablemente porque esta movida hegemónica Paulista quiere mantenerse al margen del debate político. Simplemente penetra por todas partes aprovechando una situación de «anestesia» política.

Pero el «Carlotismo» estuvo en el origen de las tendencias balcanizadoras, al menos en nuestra región rioplatense, del mismo modo que la fundación de nuestras Historiografías Nacionales (Mitre, Lamas) también se derivan de la influencia del Brasil.

Entonces, a mi modo de ver, hay un proceso de integración continental hegemónico Paulista, de tipo empresarial-religioso, que sigue avanzando. Lo que se ha detenido, lógicamente, son los procesos de integración política y democrática, contra-hegemónicos.

¿Hay alguna alternativa posible? Por ahora no la veo en términos explícitos, aunque en la decisión del Vaticano de imponer un Papa argentino y jesuita, podría sospecharse algún planteo alternativo, aunque sin ánimo de ir al choque frontal.

El Artiguismo podría ser la gran bandera explícitamente contra-hegemónica, aunque sólo sea para dar testimonio de una alternativa al «Neo-Carlotismo silencioso».

Sobre Marina Mercante y Soberanía

En diciembre del año pasado la empresa danesa Maersk, líder mundial del comercio marítimo, adquirió a la alemana Hamburg Sud, que tiene el liderazgo absoluto en Sudamérica, la cual a su vez, está asociada con la brasileña Aliança Navegación & Logística, y la chilena CCNI (Compañía Chilena de Navegación Interoceánica).

Todo este grupo en conjunto con Maersk, controla casi el 19% del comercio marítimo mundial y la casi totalidad del tráfico naval de Sudamérica con el resto del mundo.

Esta concentración global de la marina mercante está rigurosamente asociada con la equivalente concentración global a nivel financiero, uno de cuyos componentes principales y dinamizadores es el negocio del financiamiento y seguros del comercio mundial.

En este contexto, se entiende que la tercera flota fluvial del mundo (después de Estados Unidos y China) sea la de Paraguay, de hecho una sucursal de Brasil, totalmente dependiente del sistema logístico de la empresa brasileña Aliança.

No está de más revisar un poco la Historia de cómo Argentina y Uruguay se han quedado totalmente carentes de Marina Mercante, en buena medida debido a la separación y la consiguiente debilidad de ambos ante la inmensidad de los Océanos (y la mezquindad del gran vecino imperial).

Es inevitable ponerse a atar los cabos sueltos de la historia y del presente.

Hoy en día, los grandes barcos mercantes transoceánicos que cargan 20.000 TEUs, tienen un calado de 14 metros a plena carga y, por lo tanto, solo se completan en los puertos de Brasil (Paranaguá, Santos, etc.)

El puerto de Buenos Aires tiene 11 metros y no se puede dragar mucho más porque los muelles fueron fundados para dar esa profundidad máxima.

El puerto de Montevideo podría dar un máximo de 14 metros, pero los buques necesitan un margen de agua por debajo del casco para evitar quedar encallados.

¿Por qué no hemos podido concretar un puerto de aguas profundas en el Río de la Plata, si sabemos que esa es la clave para recuperar la SOBERANÍA MERCANTE? …

Justamente por eso!!

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