Poco después de producirse la invasión portuguesa a la Provincia Oriental, ocurrida en julio de 1816, el Coronel Manuel Dorrego comienza una campańa periodística desde las páginas del periódico “Crónica Argentina”, denunciando la complicidad del Director Supremo Martín de Pueyrredón con los invasores y la necesidad de sumar las fuerzas de las Provincias Unidas a las del General José Artigas en su patriótica defensa del territorio nacional agredido. La reacción del gobierno no se hace esperar, y es así que el 15 de noviembre Pueyrredón dicta el “Bando de Extrańamiento Perpetuo” referido al Coronel Dorrego.Después de permanecer algunos días detenido a bordo del bergantín “25 de Mayo”, se lo embarca en la goleta “Congreso”, a cargo del Capitán Pedro Dunant, de nacionalidad francesa, quien recibe toda la documentación que acredita la orden de destierro recaída sobre su pasajero destinado a Santo Domingo.
En junio de 1816 ya se habían fletado las dos primeras naves corsarias con patente expedida por el propio Artigas en Purificación, el “Sabeyro” y el “Valiente”. Así se lo comunica Artigas al Cabildo de Montevideo en oficio del 17 de junio: “Marcharon a penetrar los Saltos del Uruguay los dos corsarios bien pertrechados para auxiliar en el río nuestros movimientos por tierra. Conviene autorizar el corso, expidiéndose la correspondiente patente para hostilizar por ese medio a los portugueses por mar. La medida puesta en práctica empieza a dar buenos resultados”. En octubre estaba operando el buque “Banda Oriental” con base en Colonia del Sacramento, desde donde su Comandante Militar, Juan Antonio Lavalleja, también expedía Patente de Corso de acuerdo al Reglamento General elaborado en Purificación. En Montevideo, su Gobernador Miguel Barreiro también expedía Patente de Corso al buque “República Oriental” el 22 de noviembre de ese ańo.En este contexto parte la goleta “Congreso” con 150 tripulantes franceses desde el puerto de Buenos Aires, llevando al desterrado Coronel Dorrego a bordo. Pero a poco de partir, seguramente por acuerdo del Capitán Dunant y su ilustre pasajero, se dirigen primero a Colonia del Sacramento, donde la goleta es armada en calidad de corsario por el Comandante Lavalleja, iniciándose allí una duradera amistad. Luego siguen rumbo al Mar Caribe.Con fecha 25 de noviembre de 1816, Pueyrredón, por oficio al Gobernador de Montevideo Miguel Barreiro, denunciaba el crucero de varias naves armadas en corso, con patentes y documentos autorizados por la Comandancia Militar de Colonia del Sacramento. Probablemente una de ellas fuera la goleta “Congreso”, ya lejos de su alcance.Llegando a las Antillas, lejos de desembarcar a Dorrego en Santo Domingo según las instrucciones de Pueyrredón, la goleta “Congreso” enarbola su bandera de corsario Artiguista, y toma por asalto a la goleta espańola “San Antonio” la cual es capturada. El Coronel Dorrego pasa a la “San Antonio”, pero frente a las costas de Jamaica las embarcaciones son sorprendidas por un buque de guerra inglés. La goleta “Congreso” logra darse a la fuga, pero la “San Antonio” es apresada y conducida al puerto de Montego Bay en la colonia inglesa de Jamaica.
Dorrego es confinado en un castillo de Montego, donde se le inició causa judicial por sospecha de piratería. Su situación era muy comprometida pues su documentación seguía en poder del Capitán Pedro Dunant que había huido con su goleta “Congreso”. Al cabo de varios interrogatorios, los ingleses se convencen de su identidad y condición, y resuelven remitirlo a bordo de otra goleta al puerto de Baltimore.Por su parte el Capitán Pedro Dunant y su armador y socio, Monsieur Fourier, obtienen patente de corso artiguista para una segunda nave denominada “María”, con las cuales siguen atacando la navegación mercante espańola y portuguesa hasta 1820. Después de lograda la liberación de Chile por las fuerzas combinadas de San Martín y O´Higgins, las dos naves también son acreditadas como corsarios al servicio de este país. El gobierno de Bernardo O’Higgins aprobó un reglamento provisional de corso el día 20 de noviembre de 1817, el cual era una reproducción casi idéntica del dictado en las Provincias Unidas el 15 de mayo del mismo ańo.A poco de llegar y acomodarse en Baltimore, el Coronel Dorrego comienza su actividad. Por una parte envía correspondencia a Buenos Aires, y por otra se relaciona con importantes editores y medios de prensa de la ciudad portuaria donde reside. No tarda en obtener eco positivo de varios personajes influyentes del Estado de Maryland, de notoria simpatía por los revolucionarios hispanoamericanos, como por ejemplo los escritores Henry Marie Brackenridge y William Davis Robinson, el Comodoro David Porter, y el empresario naval Joseph H. Skinner. El diario “Censor” de Maryland se pone a su disposición y comienza así una intensa campańa de propaganda a favor de José Artigas y el Federalismo Republicano en el Río de la Plata.Poco antes de la llegada de Dorrego a Baltimore, estos mismos hombres ya habían apoyado, proveyendo de barcos, armamento y provisiones de diverso tipo, al General Francisco Xavier Mina y al General José Miguel Carrera, los cuales organizaron allí nutridas expediciones destinadas a contribuir a la liberación de México y Chile, respectivamente.El General Mina era un espańol liberal que había combatido en la guerra de independencia espańola contra los ejércitos franceses de Napoleón, y terminada la guerra se opuso a la restauración absolutista de Fernando VII. Huyó por Francia a Gran Bretańa y desde Londres se embarcó para Estados Unidos en mayo de 1816, decidido a poner su espada al servicio de la Independencia de las colonias americanas. En Baltimore organiza un pequeńo ejército con el cual desembarcó en la Barra del Río Soto La Marina (Tamaulipas) el 15 de abril de 1817, para auxiliar al movimiento insurgente de México dirigido entonces por Vicente Guerrero. Al ser ocupada la Villa de Soto, se instaló allí una imprenta a cargo del anglo-norteamericano Samuel Bangs, que acompańó la expedición. En octubre de ese ańo, tras el fracasado asedio de Guanajuato, el General Mina fue apresado por los realistas en el rancho Venadito y fusilado en el Fuerte de los Remedios el 11 de noviembre de 1817. Ańos después el referido Mr. William Davis Robinson, a partir de los relatos y documentos de Samuel Bangs y sus propios viajes, publica en Londres en 1821, un libro en dos volúmenes con un largo y sugestivo título: “Memoirs of the Mexican Revolution: Including a Narrative of the Expedition of General Xavier Mina. With Some Observations on the Practicability of Opening a Commerce between the Pacific and Atlantic Oceans, through the Mexican Isthmus in the Province of Oaxaca, and at the Lake of Nicaragua; and on the Future Importance of Such Commerce to the Civilized World, and More Especially to the United States”.El General chileno José Miguel Carrera llega a Buenos Aires con una flotilla de 5 barcos norteamericanos al mando del oficial estadounidense William Kennedy, procedentes de Baltimore, en el mismo momento en que las fuerzas combinadas de José de San Martín y Bernardo O´Higgins obtenían la primera victoria en territorio chileno en la batalla de Chacabuco, el 12 de febrero de 1817, exactamente un mes después de iniciar el cruce de la cordillera andina. Debido a sus viejas discrepancias con San Martín y O´Higgins (quienes seńalaban a su autoritarismo irresponsable como el causante de la pérdida de Chile en 1814) se niega a poner sus recursos a las ordenes de San Martín. Por este motivo, después de largas discusiones, su flotilla es requisada por Pueyrredón y Carrera arrestado el 29 de marzo. Puesto en libertad el 15 de abril, se fuga a Montevideo tres días después, ayudado por varios amigos locales y por el Capitán Kennedy.En Montevideo Carrera se reúne con sus viejos amigos Carlos María de Alvear y Nicolás Herrera, de los cuales había obtenido apoyo a principios de 1815 (cuando Alvear era Director Supremo) para desplazar a José de San Martín, y lo vuelve a obtener ahora, bajo la protección del General Carlos Federico Lecor. Instala una imprenta donada por sus amigos norteamericanos, a la que denomina “Imprenta Federal” y comienza a operarla con la ayuda de varios exiliados chilenos que le son leales: los hermanos Diego José y José María Benavente, Manuel José Gandarillas, Pedro Vidal y Camilo Henríquez. Desde Montevideo se imprimen varios Manifiestos y la publicación “El Hurón” con los cuales se difunde el Federalismo y se ataca al gobierno de Buenos Aires y de Chile.
En combinación con Alvear escribe a José Artigas pidiendo su apoyo y el de la Liga Federal, para encabezar un movimiento que establezca el sistema Republicano Federal en las Provincias Unidas del Río de la Plata, incluyendo a las Provincias de Chile, bajo la dirección política del propio José Miguel Carrera. Artigas se niega, acusándolo de estar en connivencia con los portugueses invasores y con los “sectarios” (logistas) que promovieron la invasión. Frente a esta negativa, Carrera y Alvear dirigen sus miras a obtener el apoyo de los otros caudillos provinciales Francisco Ramírez y Estanislao López, cosa que logran en 1819 allanando así el camino a la victoria de Cepeda y el Pacto de Pilar, eclipsando definitivamente el liderazgo de Artigas y provocando la llamada “crisis del ańo 20”.El 13 de febrero de 1817 otro grupo de porteńos disidentes con la política exterior de Pueyrredón favorable a los portugueses, fue arrestado y deportado rumbo a las Antillas, pero logran desembarcar en Baltimore y reunirse con Dorrego. Habían denunciado como “traidores” a Nicolás Herrera y Manuel J. García, responsabilizándolos de la invasión portuguesa a la Provincia Oriental, también desde las páginas de “Crónica Argentina” y “El Independiente”. Entre ellos varios camaradas de armas del Coronel Dorrego: Manuel Moreno, Pedro José Agrelo, Vicente Pazos Kanki, Manuel Antonio de Castro, Domingo French, Feliciano Antonio Chiclana, Manuel Pagola y Eusebio Valdenegro. Siendo varios, también fue mucho mayor la propaganda desplegada en todo el territorio norteamericano y más allá. Así es que se suman al apoyo ya recibido, Kezekiah Niles y su semanario “Nile´s Weekly Register” desde Baltimore, seguido por Baptiste Irvine del “Columbian” de Nueva York, William Duane desde el “Aurora” de Filadelfia, Jonathan Elliot del “Gazette” de Washington, y Thomas Ritchie del “Enquirer” de Richmond.Toda esta actividad y repercusión periodística logró que el pueblo de los Estados Unidos llegara a compenetrarse de la situación revolucionaria de América del Sur, generando una importante corriente de opinión pública favorable a tomar partido decididamente por la causa artiguista y contra los imperialismos espańol y portugués.Es entonces, durante los primeros meses de 1817, que se forma en Baltimore la “Sociedad Americana”, un consorcio comercial creado para financiar la compra y el equipamiento de las naves destinadas al corso artiguista. La integraron capitalistas navales y capitanes que ya disponían de algunos barcos idóneos para esta empresa. Entre sus principales accionistas figuraron: J. Karrik, M. Murray, J.G. Johnson, J. Goodwin, S. Brown, J. Zinder, J. Patterson y el ya referido más arriba Joseph H. Skinner. A través de esta Sociedad entraron a servir como corsarios al servicio del Protector de la Liga Federal del Plata, capitanes prestigiosos como Juan Clark, Juan Dieter, David Jewet, Juan Daniels, Tomás Taylor y el más exitoso John Obadiah Chase.Paralelamente obtienen la participación activa del Cónsul norteamericano en Buenos Aires, el comerciante Mr. Thomas Lloyd Halsey, quien organiza en esta ciudad otra sociedad, de igual nombre, contando con la participación de otros tres socios yanquis residentes: Clemente Cathill, Samuel Miffin y Roberto Goodwin.Además de la “Sociedad Americana”, también se formó en Baltimore la “Sociedad Félix” dedicada a la misma actividad, y en el distrito de Maine la sociedad “Poquila”.Las noticias del Corso Artiguista aparecieron también en los diarios de Europa, particularmente en un diario de tendencia liberal moderada que se publicaba en Londres con destino al Brasil, el “Correio Brasiliense”. Seguramente estas noticias sumaron su granito de arena para desencadenar en marzo de 1817 la Revolución Pernambucana, tan intensa y sangrienta como breve.El 27 de abril de 1817 le escribe Mateo Vidal a Artigas desde Buenos Aires, comunicándole las noticias: “Mi respetable paisano: el inesperado acontecimiento de Pernambuco en los Estados Brasilenses si bien debe influir sobremanera sobre los negocios de nuestra Provincia, es muy bastante para felicitar a V.E. como Jefe Supremo de ella. Al fin los Portugueses dieron lugar a las luces de nuestro siglo, oyeron la voz de la razón oprimida, no pudieron negarse a las sensaciones de la naturaleza, y reasumiendo sus usurpados derechos, expulsaron a sus tiranos y enarbolaron en Olinda Capital de Pernambuco el estandarte de su Libertad…”, solicitándole a continuación más patentes de corso debidamente autorizadas y selladas, con “los nombres del buque, sus toneladas y Capitán en blanco, siendo de mi cuenta instruir a V.E. oportunamente de estos particulares.” El movimiento, reprimido en la Provincia Oriental, crecía y se reproducía en todas partes.Desde Baltimore, en junio de 1817, los desterrados dieron a publicidad un «Manifiesto» enjuiciando la conducta de Juan Manuel de Pueyrredón , titulado «Director Supremo de las Provincias del Río de la Plata». Llegado a conocimiento de Artigas, hizo circular dicho «Manifiesto» entre los pueblos, «para su debido conocimiento».A fines de agosto de 1817 se produce la visita a Purificación del agente consular de los Estados Unidos en Buenos Aires, el comerciante Mr. Thomas Lloyd Halsey. Allí el General Artigas ajusta con éste los detalles de sendos acuerdos políticos y económicos que permitirán un enorme desarrollo a la guerra de corsarios en todo el Océano Atlántico. Así es que vuelve a Buenos Aires el Cónsul con muchas patentes de corso firmadas y selladas en blanco, para su expedición en los puertos de Estados Unidos, y con una carta de Artigas dirigida al Presidente James Monroe fechada el 1ş de setiembre de 1817.En la misma época, el referido influyente escritor Mr. Henry Marie Brackenridge, junto al Comodoro David Porter, son enviados en Comisión diplomática al Río de la Plata, a los efectos de tomar conocimiento directo de la situación, “…preparar el camino para el reconocimiento de la independencia de aquellos países de Sud-América que estén dispuestos a establecer gobiernos conformes al nuestro” (Federal y Republicano) e informar al Presidente James Monroe. Sus memorias quedan escritas en el libro “Voyage to South America”, que es publicado en Baltimore en 1819 logrando buen suceso.Muy entusiasmado y totalmente involucrado con la causa artiguista, el Cónsul norteamericano en Buenos Aires superó los límites impuestos por el protocolo diplomático, causando la reacción iracunda del Director Supremo Pueyrredón.
El 31 de enero de 1818, oficiaba éste al “Excelentísimo Seńor Presidente de los Estados Unidos de América, Mr. James Monroe”:“Desviándose del objeto de su comisión el cónsul de esos Estados en estas Provincias Don Tomás Halsey y tocando los extremos del abuso, no ha trepidado en favorecer los conatos insidiosos de los díscolos y perturbadores del orden público.“Un acto de mi prudencia, lejos de contenerlo, le abrió un campo más franco a sus ideas. Aun con el jefe de los Anarquistas, Don José Artigas, entró en convenios sobre corso, que debían forzosamente comprometer a éstas Provincias de mi mando con el resto de las Naciones.“Ha sido tanta la repetición de hechos por parte del Cónsul Halsey contrarios al sistema de las Provincias, que al fin me vi precisado a pasarle orden en siete del corriente, para que en el preciso término de veinte y cuatro horas se trasladase a cualquiera de los buques existentes en las balisas , arreglase allí sus negocios, y regresase a su País, o al punto que más le acomodase fuera de este territorio.”Junto con Halsey también fue desterrado el mencionado Mateo Vidal. Aun así, ya resultaba imposible contener el reclutamiento y las crecientes actividades de los corsarios Artiguistas a lo largo y ancho del Océano Atlántico. Aun cuando la Provincia Oriental ya no contaba con ninguno de sus puertos, porque fueron ocupados por los portugueses, las patentes de corso continuaban dando sus resultados. Incluso después de la derrota definitiva de Artigas y su internamiento en el Paraguay, los corsarios siguieron combatiendo en alta mar hasta bien entrado el ańo 1821. Su foco principal fue el puerto de Baltimore y, sin lugar a ninguna duda, en buena medida fruto del esfuerzo político y propagandístico del Coronel Manuel Dorrego.